Fue a finales del año 1998 cuando llegamos a estas aldeas del lago Amatitlán. Acababan de ser azotadas por el Huracán Mitch y tratamos de paliar los desastres que ocasionó. Infancia con Futuro pretendía poner en marcha una forma de trabajar diferente. Queríamos cambiar las cosas en algún lugar del mundo de un tamaño acorde a nuestras posibilidades. Esta población nos recibió muy bien y decidimos comenzar a trabajar con ellos. Sabíamos que siempre se puede encontrar a alguien con mayores necesidades, pero las que aquí había ya justificaban que decidiéramos quedarnos.
Así empezó una etapa de trabajo basada en la continuidad y la constancia. Queríamos cambiar esas aldeas, que tuvieran la oportunidad de contar con una juventud mejor formada y que ellos mismos protagonizaran un futuro mucho más prometedor para sus familias. Sabíamos que era un trabajo lento y difícil, que requeriría de grandes esfuerzos para poder financiar todas las acciones; ellos era muy poco lo que podían aportar. No podríamos cambiar ni de país ni de zona y no nos podríamos adaptar a las prioridades de la “cooperación oficial”, pero decidimos
apostar por estas comunidades.
La primera necesidad que nos manifestaron fue una guardería y ese origen hizo que nuestras instalaciones se conocieran en la zona como “la guardería”. Pero nuestro trabajo era mucho más que eso y ha ido creciendo desde entonces. No sólo atendíamos a bebés y niños en etapa prescolar, también permitimos la asistencia a las escuelas de primaria de sus hermanos “mayores”, que antes eran quienes les “cuidaban” mientras sus madres tenían que acudir a trabajar. Abrimos un comedor infantil y los niños de primaria, junto con los más pequeños, acuden desde entonces a él cuando salen de la escuela, permaneciendo ya en nuestro Centro por las tardes. Los niños tienen allí un programa de trabajo con actividades lúdicas y educativas, hasta que sus madres les pasan a recoger al terminar sus jornadas laborales.
Queríamos más, y comenzamos un programa de becas de estudio de secundaria. No era habitual que los niños de estas comunidades continuaran sus estudios al terminar la primaria, algo que tampoco estaba al alcance de todos. Colaboramos con la reforma y ampliación de algunas escuelas y ahora contamos con tres institutos de secundaria en la zona, que funcionan por las tardes en las mismas instalaciones de las escuelas. Este año ya hay 450 alumnos de estas aldeas inscritos en este ciclo. Esto sí supone ya un cambio real.
Pero tampoco nos conformamos y seguimos apoyando a los jóvenes para permitirles continuar sus estudios de grado medio. Ya contamos con cerca de 80 jóvenes que han terminado su formación como maestros, administrativos, secretarias, mecánicos, bachilleres… Cuando llegamos era muy difícil encontrar algún profesional formado en la zona y ahora también tenemos a alguno de estos jóvenes cursando estudios universitarios. Es evidente el cambio que este potencial de una juventud mucho mejor preparada supone para estas aldeas.
Nos importaba también la salud y ya contamos con una clínica, en la que se dispone de consulta médica, farmacia y laboratorio de análisis clínicos. Contamos con un grupo de mujeres que han sido preparadas como Promotoras Voluntarias de Salud; ellas imparten todos los años unos ciclos de charlas sobre salud preventiva en las escuelas de las aldeas.
También quisimos ayudar a esa población que muchos no saben de su existencia; esas personas “invisibles” que permanecen encerradas en sus casas por padecer algún tipo de discapacidad. Nuestras promotoras, unas mujeres entregadas como nadie al servicio de sus vecinos más necesitados, han sido preparadas por especialistas de la Fundación Espai Salut para atender a este colectivo. Hoy hay cerca de 50 personas que reciben nuestro apoyo.
Nos preocupamos por la niñez y la juventud en todos los ámbitos y contamos también con un equipo de atletismo infantil. A fecha de hoy este equipo ha logrado 113 medallas en distintas competiciones nacionales y centroamericanas. Uno de nuestros atletas tiene el récord nacional de Guatemala de 1.200 metros en la categoría Infantil A.
Son 14 años de trabajo, de un trabajo difícil que se ha hecho con mucho entusiasmo. Tratamos de atender a todos lo niños. Los de un comportamiento más difícil son también quienes más nos necesitan y tampoco podemos abandonarlos; ellos son las primeras víctimas desde el origen de su existencia. Queremos evitar que ningún niño quede desamparado en las calles y sometido a los riegos de caer en la delincuencia o en la explotación infantil. Tratar con ellos es complicado y supone en muchos casos un esfuerzo extraordinario para nuestro personal docente, pero nuestro compromiso es poner todo lo que podamos de nuestra parte para ayudar a todo el que nos necesite, al menos mientras tengamos la capacidad de hacerlo.
Ya nos hemos extendido demasiado y es que resulta complicado mencionar todo lo que en este tiempo hemos realizado. Estamos a la disposición de todo el que quiera saber algo más de nuestro trabajo y terminaremos con unas estadísticas como resumen de estos años en Amattilán:
- Hemos atendido directamente a un total de 973 niños y niñas.
- Se han beneficiado de nuestras becas de estudio de secundaria y superiores 477 niños y jóvenes, durante todo su ciclo educativo.
- Se han realizado en nuestros servicios médicos más de 37.000 consultas.
- Han recibido atención médica especializada 3.900 pacientes.
Agradecemos a todos nuestros socios y amigos el apoyo que nos habéis prestado. Sin vosotros nada de esto habría sido posible. Aún nos queda trabajo por hacer, pero entre todos conseguiremos que ese cambio que buscamos sea cada día una realidad más palpable.